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Ya no recuerdo el tiempo en que no haya luchado por la libertad, ha sido un largo caminar y espero que continué durante mucho tiempo.
En el camino han quedado grandes amigos.
Unos murieron, otros fueron vencidos y abandonaron la lucha definitivamente, otros simplemente se tomaron un descanso.
Se por experiencia propia que la lucha por la libertad es muy dura, que el camino es muy largo y abrupto.
Siempre ha sido así y siempre lo será.
No es una lucha que termine un día, la libertad es una planta muy débil que no se puede dejar de cuidar cuando la tienes, pero cuando la pierdes la lucha por recuperarla es dura, larga, muchas personas viven esa lucha el resto de su vida y nunca vuelven a ser libres.
Pero la libertad es uno de los pocos objetivos por el que vale la pena luchar toda la vida, por eso yo sigo luchando.
Comprendo a los que se desaniman, a los que pierden la fe, a los que se rinden, a los que son vencidos a los que tienen miedo por sus familias, a los que se deprimen, a los que se cansan, al fin y al cabo son humanos, por eso los disculpo.
Incluso comprendo a los que se venden, aunque no los disculpe.
Cada día parece que se pierde la libertad en una parte del mundo.
En otros lugares donde se dice que reina la libertad, sólo existe un simulacro, una falsa de la misma. Poco más que el ir a votar de vez en cuando.
Todo eso es cierto, pero lo es también que la libertad es parte inherente de todos los seres humanos y cuando menos se lo piensan, en sus mentes, en sus corazones, rebrota impetuosamente.
Por eso muchos de aquellos que cesaron de luchar por la libertad vuelven a la lucha.
Tal vez ya no son tan jóvenes, puede que sus métodos de lucha sean otros, pero ahí están, luchando una vez más por la libertad.
Por eso amigo, tu que sabes que este artículo te está dedicado, te digo, no lo olvides, te estaré esperando cuando decidas volver a las filas.
Un abrazo y hasta siempre.
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