Yo no soy de los que confunden los términos judío, israelí y sionista.
Son tres cosas distintas, hay muchos judíos que no son israelíes y muchos israelíes que no son sionistas, incluso que ni siquiera son judíos.
Los judíos son los descendientes de los antiguos israelitas bíblicos y de aquellos que se fueron convirtiendo a su religión a lo largo de los milenios.
La religión constituye el aspecto fundamental de la pertenencia al pueblo judío, si bien éste comparte además prácticas culturales, sociales, lingüísticas, históricas, etc.
Israelí es todo ciudadano del moderno Estado de Israel.
A principios del 2007 había 7.15 millones de israelíes de los cuales, el 76% eran judíos, el 20% árabes y el 4% pertenecían a otras clasificaciones.
Entre los judíos, el 68% eran sabras (nacidos en Israel antes de 1948 o descendientes de estos), y 22% eran procedentes de Europa y América, y el 10% procedían de Asia y África., incluyendo los países árabes.
Aunque extraña al saberlo, Israel tiene dos idiomas oficiales, el hebreo y el árabe.
El hebreo es el idioma principal y primordial del Estado y es hablado por la mayoría de la población.
El árabe es hablado por la minoría árabe y por algunos miembros de la comunidad judía Mizrahi.
El sionismo es un movimiento político internacional que propugna desde sus inicios el restablecimiento de una patria para el pueblo judío en la Tierra de Israel.
Dicho movimiento fue el promotor y responsable en gran medida de la fundación del moderno Estado de Israel.
Aunque sus orígenes son anteriores, el movimiento político laico actual fue establecido oficialmente por el periodista austro-húngaro Theodor Herzl a fines del siglo XIX.
El sionismo constituye una rama del nacionalismo moderno, básicamente es un movimiento de liberación nacional, cuyo objetivo es la libre autodeterminación del pueblo judío y la creación de su propio estado, el estado de Israel.
Teniendo ya claros los tres conceptos diré que yo considero que el pueblo judío, como cualquier otro pueblo tiene derecho, a practicar su religión y a vivir según sus costumbres, en paz y seguridad.
Dado que acepto las decisiones de la ONU como fuente de derecho internacional, diré que acepto la existencia del estado de Israel en los términos que lo define dicha organización.
Dado que considero que todas las personas tienen derecho a sus propias ideas políticas, acepto la existencia del sionismo y el derecho de aquellos que lo sean a defenderlo de forma pública y pacifica.
Incluso voy más lejos, considero que el estado de Israel tiene derecho a defender su propia existencia, la seguridad de sus ciudadanos y sus intereses, lo mismo que considero para cualquier otro estado.
Por tanto al pensar y decir que el Gobierno de Israel, tanto en su política con respecto a los palestinos, como al ataque a la Flota de la Libertad ha cometido un error, un grave error, no digo cosa distinta a lo que dicen muchos miles de israelíes y aun más judíos de todo el mundo.
Es posible que el Gobierno de Israel desprecie las múltiples manifestaciones en que se le recuerda ese error, manifestaciones que se están produciendo en todo el mundo incluso en Tel Aviv, pero debería ser sensible al hecho de que junto a esas manifestaciones se está empezando a organizar un boicot internacional a sus intereses económicos, y que los apoyos políticos y diplomáticos con que contaba se están debilitado considerablemente.
La semana que viene, o la otra, ira a Gaza un nuevo barco, después otro y otro.
Hay voluntarios y barcos suficientes para que en los próximos meses se produzcan docenas de incidentes.
Gaza ya es un gueto y no debería convertirse en un campo de concentración.
El mundo no lo va a consentir, y será el propio Gobierno de Israel el que ponga en peligro su propia existencia, será dicho gobierno el que traicione a los innumerables muertos judíos y a la gran cantidad de israelíes muertos por Israel.
Su política actual es un error, un grave error y debe cambiarla, cuanto antes mejor
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