Un arma es todo dispositivo de agresión que amplía la dirección y la magnitud de la fuerza humana, y que puede ser utilizada contra animales o seres humanos en tareas de ataque, defensa y destrucción, o simplemente como una amenaza efectiva.
Las armas van desde un simple palo, a algo tan complejo como un misil.
Así pues cualquier cosa capaz de causar un daño puede ser entendida como arma, y en este sentido se incluyen la guerra psicológica y las armas no letales, diseñadas para ser utilizadas por grupos paramilitares, fuerzas de seguridad o incluso tropas en combate, y cuyo objetivo es neutralizar a un adversario sin causarle la muerte, minimizando su impacto sobre el medio ambiente.
El tráfico de armas es uno de los negocios más lucrativos de la actualidad y todos los estados, unos más que otros, participan en el.
Con respecto a España en 1999, vendió 400 millones de $, diez años después, en 2009, las ventas se han quintuplicado.
El Gobierno ha abierto la mano para hacer caja y compensar la caída del 16% en la exportación de productos españoles de todo tipo.
Eso no es nada ante lo que venden las grandes potencias, en especial los EEUU, cuyas ventas superan a las de todos los demás estados juntos.
Aunque la mayor parte de las transacciones de armas se llevan a cabo entre estados lícitamente, en muchas ocasiones se canalizan por medio de particulares o grupos de forma ilegal.
Desde que finalizó la II Guerra Mundial, unos 30 millones de personas han perecido en los diferentes conflictos armados que han sucedido en el planeta, 26 millones de ellas a consecuencia del impacto de armas ligeras, las más peligrosas.
Estas armas, y no los grandes buques o los sofisticados aviones de combate, son las responsables materiales de cuatro de cada cinco víctimas, que en un 90% también han sido civiles (mujeres y niños principalmente).
A pesar de representar una parte poco significativa del volumen total del comercio mundial de armas, su bajo coste las pone al alcance de una gran cantidad de personas para ser usadas en guerras civiles y en conflictos étnicos, o para fines ilícitos y criminales, aumentando la inseguridad de las ciudades y armando a toda clase de bandas, grupos paramilitares, mafias, organizaciones terroristas y guerrilleras.
Cada minuto muere víctima de la violencia armada una persona.
Cada año mueren más de medio millón de personas.
Se estima que en el mundo existe un arma de fuego por cada diez personas y su número aumenta de forma más que proporcional al incremento de la población mundial.
Las armas cambian de propietarios según se desarrollan los diversos conflictos, pero su cantidad no disminuye.
La proliferación de armas en manos de civiles incrementa las posibilidades de que en cualquier enfrentamiento humano se haga uso de ellas.
Ello explica, por ejemplo, que un estadounidense tenga doce veces más posibilidades de morir a tiros que un europeo.
El tráfico ilegal de armas es una amenaza a la seguridad de las personas y un reto a las instituciones de orden y seguridad.
Las armas son un peligro para las personas, las armas son un peligro para la libertad, las armas deben ser controladas y eliminadas de la sociedad civil.
El control de las fuerzas armadas debe impedir que las armas se usen fuera de su objetivo fundamental que es el de la defensa de la nación.
El tráfico de armas ilegal debe ser perseguido internacionalmente y no como ahora que todo queda en meras palabras, ya que cualquiera que tenga dinero consigue las armas que desea.
No olvidemos que todo aquel que tenga armas puede obtener dinero, por la extorsión de la población, y comprar más armas.
Este circulo infernal debe romperse y cuando antes mejor, por el bien de todos.
Digamos adiós a las armas.
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