MADRE TIERRA
Durante muchos miles de siglos el hombre vivió en armonía con la naturaleza, era una parte de ella, incluso podíamos decir que era una pequeña parte.
La tierra era una madre generosa, le proveía de todo cuanto necesitaba con el solo esfuerzo de cogerlo. El hombre estaba en el Paraíso Terrenal.
¿Mito o recuerdo recuerdo ancestral?
No lo se, posiblemente un poco de las dos cosas, tal vez una realidad lejana o un deseo de futuro.
Yo creo que hubo un tiempo en que la Madre Tierra, era una madre generosa, cuando el hombre no se preocupaba de sembrar, ni de tejer y la madre Tierra le proveía de alimentos y de vestidos.
No tenia que trabajar como lo entendemos hoy día, pero nada es gratis en este mundo, pagaba con el miedo que le producían todo tipo de fieras con largos colmillos, con poderosas garras, aun tenemos en lo mas profundo de nuestras mentes, herencia de aquellos hombres de tan remoto pasado el miedo a los animales venenosos, como las serpientes. Incluso hoy, cuando su veneno ya ha sido vencido son consideradas por muchos hombres y aun más mujeres como representación del mal y un escalofrió nos recorre la espalda cuando vemos una, aunque sea una inofensiva viborilla de agua.
Pero un día el hombre decidió ser el dueño y señor de la tierra, peco de orgullo y se separo de su Madre.
Y la Tierra dejo de ser madre y se torno en enemiga, en cruel madrastra.
En vez de vivir en la Tierra siguiendo los dictados y leyes de la naturaleza, el hombre empezó a intentar domarla, trasformarla, explotarla y terminó esclavo de su propia ambición.
La Torre de Babel no es un mito, cierto que no llegaba hasta el cielo pero en Babilonia se veía desde cualquier parte y era no solo el máximo centro religioso sino también la sede de la cultura, y del poder financiero, político y militar.
Era la Casa de Dios, un dios que daba a Babilonia su libertad y su bienestar. Por eso nadie quedaba indiferente ante ella, por eso los esclavos judíos fueron marcados a fuego con su recuerdo que ha llegado hasta nosotros, pasando de siglo en siglo, cambiando un poco dicho recuento en cada generación.
Era el equivalente a las Torres Gemelas que se derrumbaron el 11-S, menos por la acción de los terroristas que por culpa de sus ambiciosos constructores.
Nunca debieron existir, como tampoco todos los altísimos rascacielos que se construyen más para satisfacer el orgullo de sus propietarios y arquitectos que por necesidades reales.
Cada día somos más. Queremos más, más y más. Queremos más de todo y enseguida, con nada nos conformamos.
Nuestra Madre Tierra esta vieja y cansada, pero seguimos explotándola sin misericordia, como si fuera una esclava encadenada e impotente.
Nada más lejos de la realidad, nosotros solo somos los hijos ingratos de la Madre Tierra, todo el tiempo que vive sobre Ella el hombre solo es un sus piro en el devenir del universo, estamos destruyendo multitud de especies vivientes y ni siguiera sabemos cual al relación de equilibrio biológico que mantienen con nosotros. Somos unos suicidad y lo peor es que lo sabemos y seguimos empecinados el camino de nuestra propia destrucción y encima preguntamos ¿qué pasa? cuando la Madre Tierra se empieza a mover para librarse de tan molesto parasito.
Somos los culpables de una gran parte de las catástrofes naturales que se producen.
Construimos en los cauces de los ríos, viene una riada se lo lleva todo. Somos nosotros los culpables y nos extrañamos.
Nos ponemos a vivir al pie de los volcanes, lo perdemos todo en una erupción y nos parece un castigo del cielo en vez de una lógica consecuencia de nuestra estupidez.
Destruimos la capa de ozono y aumenta el cáncer y las mutaciones genéticas. Eso era lo que la Madre Tierra tenía previsto para mantener el equilibrio natural, el hecho de que neguemos la relación causa efecto no evitara que se produzca.
Maremotos, tifones, huracanes, terremotos, sida, ebola, y toda clase de mutaciones malignas nos acechan, y solo pensamos en ganar dinero con los remedios médicos más ineficaces. Cuantos miles de millones se gasta la humanidad todos lo años en combatir el simple catarro que se cura en siete días sin medicación y en una semana con ella. Un puro timo, pero seguimos consumiendo, consumiendo y as seguiremos hasta que la Madre Tierra diga basta, se acabo, y se deshaga de nosotras de cualquier forma escalofriante y horrenda.
Y será nuestra culpa por no haber dado a la Madre Tierra el cuidado, cariño y respeto que merecen todas las madres.
Corrimiento de tierra en Italia
Tsunami en Indonesia
Simulación catastrofe en Valparaiso
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