Es mi creencia que la economía de un país, una empresa o una familia debe llevarse de forma que tengan superávit y deuda cero.
El superávit permite acumular medios para las inversiones que darán beneficios en un futuro.
Se me dice que la deuda también puede servir para obtener dichas inversiones, ahora bien, mientras que las inversiones realizadas con los superávits no implican riesgos, los realizados con deuda sí, ya que las deudas se deberán pagar en un futuro y con intereses.
Los economistas tienden a confundir las cosas con un lenguaje exotérico que pretende que nadie entienda nada de economía a excepción de ellos, su objetivo es conseguir el monopolio de estos temas.
En descargo de los economistas hay que decir que no son los únicos, los informáticos les ganan en encriptar su lenguaje y los curas no contentos con hacer lo mismo, incluso pretenden tener el monopolio de la relación con Dios.
EEUU, España y otros muchos países se han embarcado en un viaje de difícil retorno, han destruido una parte considerable de su economía deslocalizando su producción agrícola e industrial, fiando su desarrollo al sector servicios.
Cuando la construcción y los servicios han sufrido un estancamiento en su expansión, cuando su rentabilidad ha caído, al carecer de sector primario e industrial suficientemente fuerte que adsorbiera el paro generado, este se ha incrementado enormemente y el pánico se ha extendido por la sociedad.
Este pánico ha llevado a que las empresas y los particulares hayan dejado de invertir y de consumir incrementando la crisis como una pescadilla que se muerde la cola.
Como social liberal creo que la justicia social y la libertad están unidas irremediablemente.
Cuando se falta a la justicia social solo es cuestión de tiempo el perder la libertad, por la derecha o por la izquierda se levantará un dictador y el pueblo harto de injusticias no hará nada por defender la libertad y esta se perderá.
Por tanto hay que llevar una política redistributiva de la riqueza pera que los ciudadanos sientan que el estado que les protege y les da cultura, educación, sanidad, pensiones y obras públicas es algo propio y valioso, al que hay que defender aun poniéndose en peligro.
En España hay una política social suficiente pero esta se ve ensombrecida por una corrupción galopante, una burocracia enorme, unos impuestos confiscatorios y unos medios de comunicación irresponsables.
Tenemos que ser capaces de eliminar los gastos suntuarios, innecesarios, impropios de las administraciones y de la seguridad social.
Debemos eliminar los costes de la corrupción en el estado.
Suprimir ministerios sin función, la administración periférica del estado, las duplicaciones de funciones en las distintas instituciones del mismo.
Podemos en fin eliminar multitud de fondos de reptiles que se esconden en todos los presupuestos.
Y que decir de los grandes despachos, secretarias y asesores inútiles, tarjetas de crédito, dietas, viajes, coches oficiales y tantas cosas que incrementan los déficits sin dar nada a cambio al ciudadano.
Solo cuando tratemos a la economía pública como si el dinero de la misma fuese sagrado conseguiremos que se equilibren los presupuestos, incluso podremos obtener superávits y de esta forma proceder a las inversiones con el dinero que ya hay en la caja.
Invertir con nuestro propio dinero, con dinero constante y sonante, sin recurrir al crédito ni a la deuda es la forma más segura de obtener un empleo sano y seguro, un estado justo, una economía fuerte y al amparo de la recesión y las crisis económicas.
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