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El campamento de refugiados de Dadaab se creó con la intención de que tuviera como máximo la quinta parte de los casi quinientos mil refugiados que ahora lo saturan.
No hay apenas agua, alimentos, techo ni servicios.
La seguridad apenas existe y el único derecho que se respeta es el de morir solo en un rincón.
La mayoría de su población es somalí y se encuentran en un estado lamentable después de abandonar sus tierras devastadas por la sequía y la guerra.
La hambruna que existe en las regiones del sur de Somalia, Bakool y Baja Shabelle, una situación que el país africano no vivía desde 1992.
Las Naciones Unidas consideran que existe hambruna cuando el índice de malnutrición aguda entre los niños supera el 30% y más de dos personas por cada 10.000 habitantes mueren al día.
Solo una acción inmediata y a gran escala de la comunidad internacional podrá salvar decenas de miles de vidas, pero la ventana de oportunidades para hacerlo es extremadamente limitada.
Este es el mensaje desesperado que acaba de lanzar la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO.
Para escapar de la sequía que padece su país, cada somalí debe recorrer 80 kilómetros de desierto arenoso entre la frontera y el campamento de Dadaab, en el norte de Kenia, soportando un calor de 50 grados. La travesía insume nueve días.
El viaje a Dadaab es traicionero, y se vuelve aún más peligroso cuando cruza territorios caóticos con bandoleros armados e incluso policías que acosan a los refugiados.
Y cuando aquellos que sobreviven al viaje finalmente llegan a Dadaab, se dan cuenta de que el campamento dista de ser el refugio que esperaban.
Mientras intenta afrontar la llegada de más de 1.300 refugiados por día que huyen de la sequía en Somalia, Kenia soporta su propia crisis de hambre y desnutrición.
Se estima que en toda Kenia hay cinco millones de personas que padecen hambre severa a causa de la sequía, según Abbas Gullet, secretario general de la Cruz Roja keniata.
Los más perjudicados por esta situación son los niños y en especial la gran cantidad de niños que han perdido o han sido abandonados por sus familias.
Se dice a menudo que las catástrofes alimentarias son una consecuencia del cambio climático, pero las causas del hambre son, sobre todo, la guerra y la corrupción.
La hambruna que se extiende por el Cuerno de África no es el hambre normal que sufren más de 1.000 millones de personas en todo el mundo, sino una crisis alimentaria que cobra dimensiones de catástrofe.
Una catástrofe ante la que el mundo desarrollado debe reaccionar y pronto, muy pronto o para nuestra vergüenza quedaremos señalados como egoístas e inhumanos.
http://www.youtube.com/watch?v=5IJAZ8hKwzs
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